A decir verdad el protagonista de esta aventura no es Corto Maltés, que aparece solo hacia el final, sino Rasputín y el escritor Jack London, por entonces corresponsal de guerra en la zona. London, al parecer, ya conoce a Corto desde hace tiempo, pues habla de él como de un viejo amigo con otros personajes. El empeño principal de Pratt aquí es delinear los diferentes aspectos del carácter de Rasputín y de Jack London mediante retratos eficaces y certeros. De esta manera surge en todos sus pormenores la personalidad negativa y compleja de Rasputín, que se muestra como un joven sin ideales, sin honor ni bandera ya en aquella época. Mata con una facilidad desconcertante y está dispuesto a mentir y traicionar sin vacilación alguna. No obstante, Corto Maltés muestra cómo ciertos sentimientos pueden ser extraños e inexplicables, recorriendo sendas sinuosas y secretas, como las que le llevan a expresar amistad hacia Rasputín.

En cuanto a la figura tebeística de Jack London, importante en este contexto, Pratt se sirve de su profundo conocimiento de la materia, desacreditando así ciertas creencias consolidadas respecto a las ideas socialistas del futuro escritor, que muestra aquí mucho más interés por los asuntos de raza que por los problemas sociales. En esta guerra, de hecho, London está del lado de los rusos, y no por sus ideas socialistas sino únicamente por motivos raciales.